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Sustentabilidad


El medio ambiente es un servicio público global. Las consecuencias de la globalización sobre el medio ambiente han demostrado que las actividades no sostenibles impulsadas en algún lugar del mundo pueden afectar a otros lugares. Para enfrentar estas externalidades negativas y favorecer el desarrollo sustentable, hay dos tipos de instrumentos: los económicos (incentivos de mercado) y los de comando y control (leyes, normas). El éxito de estos instrumentos depende del objetivo de la política de desarrollo sustentable. Hay cuatro criterios mínimos para diseñar y evaluar el éxito de una política: la eficacia (alcanzar el objetivo planteado), la eficiencia (alcanzar el objetivo al menor costo posible), la equidad y el aporte al crecimiento económico. La adopción de uno u otro instrumento dependerá de la importancia que la sociedad y el gobierno den a esos criterios. Mientras los instrumentos económicos que promueven un desarrollo sustentable se basan en la noción de la existencia de niveles “óptimos de contaminación”, los de comando y control tienen una noción de niveles “aceptables de calidad ambiental”.


Conceptualmente, el desarrollo sustentable no es compatible con la globalización, pero hay instrumentos económicos y de regulación que pueden hacer de la globalización un proceso más favorable al desarrollo sustentable. El sistema de mercado aún no ha demostrado su capacidad para definir prioridades sociales y ambientales y asignar eficientemente los recursos a lo largo del tiempo. La lógica de mercado no contó con el agotamiento progresivo de recursos naturales, ni con la posibilidad de la existencia de límites al crecimiento. A pesar de que parte del crecimiento mundial se ha logrado a costa de la riqueza natural —haciendo de la globalización un proceso “no sustentable”—, hoy, en el contexto de la globalización, el mercado es un espacio potencial para solucionar problemas ambientales. Es justamente de la corriente ambientalista (más “pro mercado” que los ecologistas) de donde han venido más propuestas viables para frenar el deterioro ambiental. Aún faltan consensos políticos mundiales para motivar la transición de un modelo de tipo “productivista, extractivista y rentista” a uno de desarrollo sustentable global. Pero para regular al mercado mundial, se requiere de instituciones globales que defiendan principios sustentables de convivencia con la naturaleza. La solución no viene solo por el lado de la oferta (empresas, por ejemplo), sino también por el lado de la demanda, es decir, de consumidores que exijan productos más amigables con el ambiente. Es evidente que las interdependencias entre países no son solo comerciales, son ecológicas y sociales. La organización planetaria de la producción implica también la administración planetaria de los recursos naturales a lo largo del tiempo. Como dice el Informe de Desarrollo Humano 2007-2008: “la acción conjunta de países no es una alternativa, es una obligación”. El planeta no espera.


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