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Desarrollo sostenible


​Desarrollo sostenible y asentamientos humanos


La temática ambiental ganó importancia al final de los años 60 e inicio de los años 70, impulsada por constataciones científicas, la maduración de los movimientos de la sociedad civil en algunos países, y publicaciones de gran impacto.


La agenda de desarrollo post-2015 y los Objetivos de Desarrollo sostenible representan un marco importante en el proceso internacional (iniciado hace más de 40 años) hacia la incorporación sistemática, completa, coherente y transversal de las cuestiones ambientales en las estrategias de desarrollo, en las políticas y en la mensuración del progreso de nuestras sociedades y economías.


La misión de la CEPAL en el área del desarrollo sostenible y asentamientos humanos es contribuir a evaluar los avances en las políticas públicas, instrumentos e instituciones, dirigidas a promover una actividad económica más inclusiva y de menor huella ambiental en los países de América Latina y el Caribe. Esto implica atender simultáneamente las tres dimensiones del desarrollo sostenible. Lo anterior significa traducir la visión de desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe en políticas públicas operativas.


Desarrollo sostenible y cambio climático


El impacto del cambio climático es mundial, pero se presentará de distintas formas en cada país y zona. Los modelos predictivos son aún frágiles, pero las más diversas hipótesis sobre evolución de variables y relación entre emisiones y aumento de temperatura, pluviometría y agricultura, deshielos y nivel del mar, deforestación y biodiversidad sugieren situaciones tan preocupantes como poco estudiadas. Hacia 2040 y más allá, en América Latina se prevén aumentos de temperatura de dos a cuatro grados centígrados, entre un 5% y un 10% de aumento de las precipitaciones en algunas esferas y descensos de alrededor del 20% en otras. Incluso los escenarios más optimistas indican aumentos de los huracanes en América Central, amenazas a la biodiversidad y a los arrecifes coralinos, pérdida de selva amazónica, degradación y desertificación de suelos e incendios forestales. Esta realidad requiere un seguimiento de los escenarios relacionados con cada zona de la región.


La oportuna adopción de medidas permitirá atenuar las pérdidas y, en algunas zonas, contribuir a mejoras. Es indispensable comenzar cuanto antes a medir el costo de los programas de adaptación y mitigación. Se pueden aplicar medidas preventivas, como la relocalización de viviendas y obras de infraestructura, para proteger a las poblaciones pobres. Es necesario establecer normas, realizar mediciones y calcular la inversión en obras de embalse, conducción de aguas y protección costera. Los gobiernos deben proyectar escenarios de seguridad alimentaria con distintas variables pluviométricas y de temperatura y definir las medidas y planes correspondientes. Estos escenarios también los orientarían en lo referente a priorizar la investigación científica y tecnológica en actividades ligadas al crecimiento verde. Los cambios previsibles se traducirán en normas mucho más estrictas con la consiguiente modificación de hábitos, patrones de consumo y procesos productivos.


América Latina puede ganar terreno, en particular en biotecnología, energías renovables, eficiencia hídrica y energética, biocombustibles y transporte público, así como en la posibilidad de participar en la fabricación de partes, piezas y equipos como paneles fotovoltaicos o automóviles eléctricos. Los objetivos estratégicos declarados por casi todos los países latinoamericanos (democracia y participación, transformación de la producción en forma competitiva y sostenible, e igualdad con inclusión social) se refuerzan entre sí en la medida en que se acometan en conjunto. La contribución de América Latina al bienestar de su gente y a un planeta sostenible requiere de medidas que actúen simultáneamente sobre esos tres ejes. La promoción de sociedades más inclusivas y con mejor educación es una condición necesaria para lograr un cambio productivo que genere trabajo decente y desarrollo sostenible. Una vida política más democrática alentaría la participación y la inclusión social. La creación de economías más competitivas permitiría sostener las políticas sociales. Los tres aspectos se retroalimentan entre sí.


La ciudad del futuro


Hacia 2030, más de un 80% de la población mundial viviría en ciudades. Ese año, la población urbana de América Latina superaría el 90%, lo que la convertiría en la región de mayor concentración urbana del planeta. En Asia, para el 2025 la tasa de urbanización llegaría solo al 53%.


Entre 2011 y 2050, la población urbana pasaría de 3.600 millones a 6.300 millones de habitantes. Las urbes actuales o nuevas deberían asimilar a 1.400 millones de personas más en Asia, a 900 millones en África y a 200 millones en América Latina. Algunas estimaciones señalan que cerca de 44 millones de personas, especialmente en Asia, se trasladarían cada año del campo a la ciudad. Las consecuencias de tales movimientos poblacionales no son fáciles de deducir. En la actualidad, las 600 mayores ciudades del mundo albergan a cerca de 1.500 millones de personas (más del 20% de la población mundial) y generan aproximadamente el 50% del producto mundial.


Los escenarios base señalan que para 2025 ese grupo de urbes acogerían a 2.000 millones de habitantes, cerca del 25% de la población mundial, y generarían más del 60% del producto mundial. En el futuro el grupo no estaría compuesto por las mismas ciudades, pues 137 de las actuales 600 serían sustituidas por nuevas del mundo en desarrollo, 100 de ellas chinas, 13 indias y 8 latinoamericanas. América Latina encararía un importante desafío a este respecto. Una evaluación de las diez mayores ciudades de la región, a partir de 100 indicadores en cuatro ámbitos (desarrollo económico, desarrollo social, sostenibilidad de los recursos y gobernabilidad) muestra deficiencias como la congestión vehicular, el desaprovechamiento de las economías de escala, el déficit habitacional y la ineficiencia de algunos servicios.


Las mayores ciudades de América Latina están aquejadas por importantes problemas como la falta de planificación, debilidad institucional, carencia de espacios públicos, segregación, exclusión, desigualdad, inseguridad y crecimiento exponencial del parque automotriz. Todo esto las pone en desventaja. Los gobiernos deberían intervenir resueltamente para superar estos obstáculos y hacer que esas ciudades sean más competitivas, mediante reformas institucionales y programas de inversión.


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